Mi luz naranja.

3:42 AM
Día 84 desde que comencé con la cuarentena.

Los perros están ladrando afuera.
Todo está frío.
Me asomo por la ventana empañada, le paso mi mano diestra intentando despejar la visión, dejando una estela húmeda en el vidrio y en mis dedos.
Por un momento mi corazón late fuerte, emocionado por la idea de que algo ocurriese.
Los perros siguen ladrando.
Mis pies descalzos se congelan al instante.
No logro ver nada.
La bruma espesa se lo está tragando todo.
El puerto ruge silencioso tras el gélido telón gris.
Dirijo mi mirada, como por inercia, a la única luz naranja del alumbrado público que se logra ver desde mi ventana.
Por suerte, la luz naranja se resiste a desaparecer, tras esa terrible capa de agua y frío y muerte.
Extrañamente, me quedo más tranquilo...
Los perros dejan de ladrar.
Nada pasa.
Reviso la batería de la Minerva.
Me vuelvo a la cama.

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